Me alegro, pero no me conformo...

Me alegro, pero no me conformo.

A cada cerdo le llega su San Martín, y yo conozco uno que está viendo llegar al Santo junto a miles de Arcángeles.

La vida suele ser justa y pone a cada cual en su sitio. El que va por derecho, por muchas trabas que le pongan en el camino, suele terminar bien. La fórmula no es para nada exacta, pero siempre tiene que existir la excepción que confirme la regla.

Pero el que siembra vientos, lo normal es que recoja tempestades.

De esos, de los sembradores de vientos, es de los que yo me alegro que les pase todo lo malo, y a más mejor, pero no me voy a conformar nunca con que paguen una maldad con una pena. El castigo tiene que ser multiplicado por mucho.

No soy yo la persona más acreditada para contar todo lo que habría que contar. Uno se entera de fuentes muy fiables de muchos asuntos que en la mayoría de los casos cuesta trabajo creer que sigan pasando en pleno siglo XXI. La libertad de expresión, en muchos casos, se encuentra secuestrada.

Llegará el día en que explote la caja fuerte que esconde los secretos y más de uno se preguntará el por qué no se dijo antes esto o aquello, el por qué se calló esta mentira, por qué se camufló aquella ruindad, por qué se tapó esa vejación.

Y habrá muchos otros que tendrán que rendir cuentas a esas preguntas por no hacer en su momento lo que tiene que hacer un tío que se viste por los pies y que pretenda ir por la vida con la cara levantada.

Llegará el día, seguro, en que aquellos que han adorado y llevado en volandas en su momento al vellocino de oro se preguntarán el por qué no se dieron cuenta que al vellocino lo que tenían que haberle echo era fundirlo y repartir en lingotes a partes iguales.

En ese preciso momento, aquellos que han ayudado a amembrillar cerebros con la denigrante intención de tener una caricia privilegiada en su lomo por parte del poseedor de la caja de Pandora, tendrán que dar explicaciones más que convincentes a una masa de personas que, para entonces, no estarán para tonterías ni bromas. Personas ávidas de la verdad que siempre se les ha ocultado.

Mientras tanto, mientras la maldad personificada siga teniendo el más mínimo soplo de aire fresco en sus pulmones que le hagan farfullar palabras que lacayos oídos tengan a bien tener en cuenta, tendremos que seguir viendo como personas honradas y trabajadoras, con todas la ilusiones del mundo puestas en un proyecto, tienen que abandonar este porque sino pueden hacer con su presencia que las ilusiones de los que se embarcaron con él en un maravilloso camino también se vengan al traste.

Por todo ello, todo lo malo que les venga a todo el que practique la maldad como forma de vida me parecerá poco.

Me alegro que les caiga algo malo, pero no me conformo…