Una pasión: Sevilla

La pasión nos mantiene vivos. Y como esta permite la poligamia, es más la exige, pues a más pasiones tengamos mejor. Aunque bien es verdad que en la vida hay que hacer un listado de prioridades. Hasta de las pasiones.

Tomando estos dos detalles anteriores, mis pasiones ordenadas son mi familia, el Sevilla FC y la música.

Pero tengo otra pasión que no me atrevo a clasificar, que no sé en que puesto ubicar (el primero lo tengo muy claro) entre el segundo y el tercer puesto; esa pasión lleva por nombre Sevilla.

Si, tu nombre Sevilla, la pasión por la que hoy escribo.

Tu historia es el legado de civilizaciones que quisieron hacerte suya sin conseguirlo. Madre cautiva de grandes del Imperio Romano en tiempos, cristiana mora en otros, ni las murallas que tan celosamente te llegaron a acotar por partida doble alguna vez hicieron que dejaras de estar abierta al mundo.

Porque tú, Sevilla, no eres obra del hombre para sí, eres un capricho del Creador para el Universo.

Tú eres el decorado maravilloso de cada una de las imágenes que con cariño guardo en un álbum y de aquellas que cariñosamente escondo en la memoria. Esa observadora inmutable de cada una de mis alegrías, de cada una de mis tristezas, de cada una de mis cruzadas. Celestina impagable, tu silencio ha sido siempre la música perfecta que acompañaba a unos besos entre la complicidad de tus rincones. Rincones que forman parte de ese conjunto de calles que llevan impregnadas unas fragancias inagotables a azahar, a arte, a misterio, a incienso, a gloria, a duende, a albero, a vida... a fútbol.

Y hablando de fútbol, que me perdone quien no me entienda, pero teniendo donde elegir me quedo contigo, Sevilla. No concibo otro color que no sea el carmesí de tu Bandera, así como me es imposible pronunciar voz en grito otro nombre que no sea el tuyo, Sevilla de mis amores. Sólo hay que mirar a la Giralda un día de partido en el Pizjuán para ver la sonrisa que esboza el Giraldillo, con el Sol de costado, mirando a todo lo largo de Eduardo Dato. El día menos pensado lo vemos por la Puerta de la Carne con la Bandera del Centenario a la espalda camino del estadio, porque tu embrujo, Sevilla, tiene poder para eso y para más.

Hoy te quiero dar las gracias, Sevilla, por lucir orgullosa “tu Bandera” en el mástil mas alto, en la “puerta principal” de tu semana festiva más grande, en los balcones de cada una de tus calles,... hoy te quiero dar las gracias, Sevilla, por tantas y tantas cosas...

Tú, como la energía, ni te creas ni te destruyes, simplemente te transformas.

Gracias Sevilla, mil gracias por transformarte en fútbol sobre Nervión.

Teniendo donde elegir, siempre me quedaré contigo, Sevilla.