Otra vez será... igual

No había que ser muy entendido en esto del fútbol, que por otra parte nadie entiende nunca del todo, para darse cuenta a la primera visuada que la ¿lista? que organizó Luís Aragonés para el Mundial de Alemania 2006 era una proclama al fracaso. Más aún me atreví a aseverar mis vaticinios cuando ví como un jugador, que pocos días antes no valía para la selección, era llamado a filas tras la lesión del teórico titular de la plaza y, que conincidencia, tras enrolarse el primero, el que no valía, en las filas del Atlético de Madrid.

Me da coraje haber tenido razón. La selección española de fútbol es el equipo de todos, o al menos así debería de ser. Yo, particularmente, hace mucho que no siento esos colores. ¿Que por qué?, pues verán ustedes, porque yo no dejaba de ver a mi selección, ni un partido, hasta la época en la que el señor Javier Clemente con la oportuna ayuda de la Federación Española de Fútbol tuvieron a bien el alejar de Sevilla los partidos del combinado nacional, alegando inverosímiles despropósitos. Porque luego, desde hace mucho, no me siento identificado ni con los entrenadores ni con los jugadores que han ocupado puesto en el equipo y para terminar, porque cuanto más evidente se hacen los intereses cada vez menos ocultos y la mano de los patrocinadores sobre la espalda del que hace las ¿listas? de convocados, más me repele el asnnto.

Este equipo actual estaba bien conformado para jugar contra los que ha jugado en la fase de liguilla: Ucrania, Túnez y Arabia Saudí. En el momento en el que se le ha cruzado un "gallito", a la puta calle, como era de preever.

Para jugar contra equipos de la talla de Francia, Italia, Inglaterra, Alemania, Brasil, Argentina... hay que tener mucho más que juventud e ilusión; hay que tener fútbol, fuerza y una pizca de mala leche. No valen niños que aún están en la edad del pavo, ni tampoco hombres en el claro ocaso de su carrera, por muy grandes que hayan sido en el pasado reciente. No valen cánticos mezclados con desaforados saltos y aspavientos para un anuncio de auto-sugestión. No valen cientos de horas de emisión de medios informativos maquillando la realidad. No vale que esté el Rey o el Príncipe de Asturias en el palco viendo el partido. Lo único que vale es hacer lo que ha hecho Francia: pasar por encima de su oponente con cabeza y sabiduría.

Mañana será un día perfecto para grabar todas y cada una de esas voces que han estado alimentando a los oyentes con falsas espectativas. ¿Qué les van a vender ahora?
Van a tener muy fácil ahora darle leña al "mono" ¿verdad?

Que vergüenza... del "mono", de lo que dijeron y de lo que dirán...